miércoles, 1 de julio de 2009

*EL SIGNIFICADO DE LA CRISIS"


Todo momento de crisis es para crecer, cualquiera que sea el origen de este estado siempre nos conducirá a un aprendizaje y a una lección. Los momentos más dolorosos de nuestra vida, aquellos en los que nos encontramos conmovidos y removidos siempre nos darán una enseñanza superior si permanecemos alertas y con la disposición de aprender y salir adelante.
Valorar ese momento, ser conscientes de lo que estamos pasando, aceptar ese dolor, no como resignación sino como una experiencia de vida de la cual voy a emerger y aprender es la lección de la crisis. Debemos preguntarnos no tanto el ¿Porqué a mi?, si no mejor cuestionarnos ¿Para qué me ocurre esto?, ¿Que hay detrás de todo esto?, ¿Cual es su significado?, ¿Qué lección debo aprender?
Es que a veces no nos damos cuenta de la vida misma y andamos como perdidos hasta que nos despiertan con una gran dosis de dolor; allí recién pasamos de ese estado de indiferencia y salimos de ese cliché: “eso no es conmigo”y “todo está bien” a ser protagonistas principales de ese estado de caos, dolor y sufrimiento que nos afecta.
Regresar al centro del Ser es la clave para superar la crisis cualquiera que sea su origen. Eso significa ser aprendiz de esa gran lección de vida que se nos está presentando, para lo cual necesitamos descubrir y aplicar algunas virtudes inherentes a nosotros como:
Aceptación para no negar lo que nos está pasando, vivir conscientemente ese momento y hacerlo significativo.
Humildad para poder mostrarnos tal como somos, literalmente desnudarnos frente al mundo, descubrir que podemos también perder y que no tenemos control sobre los acontecimientos, que vivimos en un universo de incertidumbre donde no hay determinismo alguno. Así nos abrimos a esas nuevas posibilidades que se nos presentan.
Flexibilidad para poder fluir entre los factores desencadenantes, vislumbrando un gran abanico de posibilidades y soluciones.
Paciencia para no arremeter en decisiones precipitadas que nacen de la confusión del momento. Sobre todo para asimilar que cualquier cosa que nos haya ocurrido será impermanente y que en algún momento pasará.
Amor para sentirnos sensibles, frágiles, benevolentes y bondadosos, descubriendo en nosotros y en los otros esa humanidad que habíamos perdido, rescatando lo mejor de lo que tenemos en nuestro Ser, sin entrar en ningún tipo de juicios, críticas, rencores y odios. Abriendo nuestro corazones al perdón, la reconciliación y a la renuncia.
De esta manera ya no me encuentro en medio de la tormenta sino en un lugar seguro que es el centro del Ser, “el ojo del huracán” y cuando recupero ese lugar ya dejo de ser víctima de los acontecimientos y me convierto en Observador. Al ser Observador tendré claridad mental y podré ordenarme y ordenar las decisiones que tengo que tomar. Paso de víctima de la crisis a ser un aprendiz de la vida, dejando que mi dolor ya no se convierta en sufrimiento sino en experiencia de crecimiento.

Por: Dr. Fernando Arizábal L.

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